El Centro Cerámica de Triana acoge una muestra de la artista multidisciplinar sueca Anna Jonsson

Mar 21, 2019 | 0 Comentarios

El Centro Cerámica de Triana acoge desde este jueves y hasta el próximo 31 de marzo la exposición ‘Un europeo entra en el bosque’, de Anna Jonsson y comisariada por Iván de la Torre Amerighi y Juan Ramón Rodríguez-Mateo. Esta muestra se enmarca en el ciclo Contemporánica que se viene realizando en este espacio ICAS del Ayuntamiento de Sevilla.

El Centro Cerámica de Triana acoge desde este jueves y hasta el próximo 31 de marzo la exposición ‘Un europeo entra en el bosque’, de Anna Jonsson y comisariada por Iván de la Torre Amerighi y Juan Ramón Rodríguez-Mateo. Esta muestra se enmarca en el ciclo Contemporánica que se viene realizando en este espacio ICAS del Ayuntamiento de Sevilla.

Afincada desde 1982 en Sevilla, Anna Jonsson (Skelleftea, Suecia, 1961) es una artista multidisciplinar, cuya labor alcanza la videocreación, la performance, la danza, la escenografía y la coreografía, aunque es conocida por el gran público gracias a sus trabajos escultóricos, realizados con frecuencia en barro cocido, algunos de los cuales han sido fundidos a bronce y pueden disfrutarse en las calles de la ciudad, como el Monumento a Clara Campoamor.

La capacidad para ironizar desde dentro de las situaciones más conflictivas y dramáticas; un lenguaje figurativo que parte desde premisas expresionistas pero que juega libremente con las formas; unas estructuras cromáticas muy vivas y contratadas y la creación de escenas y situaciones plenas de imaginación, a veces incluso delirantes, pero en numerosas ocasiones basadas en situaciones reales o referencias literarias, son las señas de identidad de su lenguaje plástico.

Dentro de ese lenguaje es posible vislumbrar una libertad absoluta para con los cánones de belleza y representación tradicionales. Sus obras tienen como protagonista a la mujer y las problemáticas sufridas en una sociedad aún plagada de gestualidad machista. Esas problemáticas son observadas desde una óptica feminista no excluyente, puesto que pretenden representar a toda aquella parte de la humanidad oprimida por sus diferencias raciales, culturales, sexuales, económicas o de cualquier otra índole.

En esos procesos de denuncia, la artista se apoya en la iconografía animal como mecanismo de simbolización. La gata, el tiburón, la jirafa, el asno, la gallina, el oso* ocupan con frecuencia el papel de la mujer, del hombre, del niño o de la artista y su presencia aporta una lectura más profunda y, paradójicamente, también más cercana e inquietante.

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