Vídeo. Color y Pasión. El Vía Crucis de Gustavo Bacarisas
Los zócalos de la Capilla de los Luises de Sevilla son una explosión de color y de luz.También de pasión, ya que en sus muros están pintadas las estaciones del Vía Crucis más modernista de cuantos pueden observarse en calles e iglesias sevillanas.
Su autor, Gustavo Bacarisas (Gibraltar, 1873- Sevilla, 1971) es, según el mismo gustaba decir:”… soy simplemente pintor, quizá un romántico nacido fuera de su tiempo, mi lenguaje es el color».
En Sevilla se interesó por la cerámica desde un principio hasta el punto de que, tras un aprendizaje concienzudo, llegó a dominarla de manera magistral y profesionalmente. Llegó a tener una especie de taller propio en Casa Montalbán, de Triana, con discípulos que a su vez también lograron un aceptable nivel artístico.
La cerámica de Bacarisas tiene muchos de esos elementos populares sevillanos, pero, a la vez, la originalidad y el vanguardismo, propio de su época.
La Capilla de Los Luises que dirige la Compañía de Jesús, situada en la calle Trajano de Sevilla, es un edificio de Aníbal González (1916-1920) que según el propio arquitecto, tiene “ las paredes revestidas hasta una altura de dos metros por un alicatado de azulejos pintados a mano sobre vidrio», que son los que Gustavo Bacarisas pinta. Son losetas de 14 centímetros de lados en un zócalo de 190 centímetros de altura y en una longitud de 21 metros.
El VÍA CRUCIS.
En estos días de Semana Santa de 2020 que estamos viviendo recluidos en nuestras casas, la Asociación Niculoso Pisano quiere recrear este Via Crucis y mostrar el trabajo espectacular de G. Bacarisas para gozo y disfrute espiritual y artístico.
La obra es todo decorativa y de profundas raíces sevillanas. El artista debió tener en consideración la iluminación de esta iglesia que se produce por la luz natural de ventanas con vidrieras, la electricidad y la cera, sin olvidarse de que la luz artificial abrillanta aún más los colores del vidriado. Es decir, que pintó estas composiciones con un colorido luminoso para que en los vidriados se reflejaran todos los matices y colores de las luces que entraban en Capilla.
El azul ultramar al fondo, consigue que “los naranjas (amarillos ocres)” resalten en la composición. Los rostros, especialmente el de Cristo, reflejan un fuerte dramatismo, acentuado por las sombras que rodean sus ojos, boca y pelo. En otras estaciones, Bacarisas pinta a un Jesús más dulce, mientras que las figuras secundarias aparecen desdibujadas y perdidas, gracias a las pinceladas sueltas e imprecisas con las que resuelve la composición.
En conclusión, una pintura impresionista, moderna y de vanguardia, de una pintor venido de Gibraltar y que se asentó en Sevilla. Una Sevilla que lo deslumbró y a la que supo entender plásticamente como nadie.
Jesús Marín García
Una preciosidad de cerámicas y un extraordinario artículo
1 joya que compartiré con colegas historiadores del arte de esos años en que estuvo en activo el maestro